|
 El desarrollo de los láseres refuerza muchos paradigmas en las ciencias de la salud y, en constante evolución, se ha convertido en una herramienta clínica muy importante para la odontología actual. La posibilidad de vaporizar tejidos blandos con hemostasia y, en muchos casos, sin necesidad de realizar anestesia infiltrativa, lo convierten en un tratamiento confortable para el paciente y muy útil para el odontólogo.
Eliminar el dolor, no anestesiar, evitar la hemorragia, disminuir la inflamación, minimizar el edema, lograr efecto bactericida, modular la respuesta inmune o acelerar los tiempos de reparación de los tejidos acercan los parámetros ideales de tratamiento posibles con este tipo de tecnología. Es fácil imaginar al desarrollo tecnológico en la biología a la par de la Máxima Hipocrática "Ante todo, no dañar". La tecnología ya no debe ser vista en forma contrapuesta a la biología, sino como dos partes de un mismo desafío: simplificar los tratamientos y lograr resultados más predecibles, dando aún mayor soberanía a la clínica actual.
El láser cubre un gran espectro de aplicaciones clínicas en odontología. Sobre tejidos blandos, abarcando a la periodoncia, la cirugía y la estomatología y sobre los tejidos duros, decontaminando y tratando tejido dentinario, adamantino y óseo.
Procedimientos habituales como gingivectomías, asistencia en terapia periodontal, frenectomías o liberación de piezas retenidas con fines ortodóncicos, así como la asistencia del láser terapéutico en odontología general, ortodoncia o endodoncia son facilitados con evidencia científica y un exhaustivo estudio de las diversas técnicas y parámetros para cada aplicación.
La forma de entender el funcionamiento del organismo va haciendo más simples los tratamientos. La tecnología láser, debidamente usada con criterio clínico, está generando innumerables posibilidades que no se pueden desconocer y que se deben estudiar y aplicar en el presente y el futuro de la odontología.
|
