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La Boca de la Verdad

La Bocca della Verità (la boca de la verdad), es una antigua escultura romana. Está incrustada en la pared del pronaos de la Iglesia Santa María in Cosmedin de Roma desde el año 1632; momento en que fue trasladada (por alguna razón que se desconoce) desde donde había sido su lugar original la plaza de la Bocca della Verità en 1485, luego de las restauraciones solicitadas por Urbano VIII.

Se hizo más famosa cuando se la vio en la película, que fue conocida en algunos lugares como "Vacaciones en Roma" y en otros como la "Princesa que quería vivir" film de 1953. Rodando esta película de Willian Wyler, el actor Gregory Peck le hace una broma a su compañera de film, Audrey Hepburn durante el rodaje. 

Mientras le explicaba la leyenda de la Bocca della Verità introdujó su mano, simulando ser atacado, sacó el brazo dentro de la misma y lo escondió dentro de la manga. 

Estó provocó un susto real en la actriz, la reacción fue tan inesperada y sincera, que el director incluyó esta escena en la película. Esta escultura que se realizó durante el periodo Clásico Romano, está dedicada al Dios del mar, realizada en mármol pavonazzetto, con rasgos humanos, una gran barba, ojos, nariz y una boca ligeramente entreabierta que parece un viejo sabio. 

La escultura pesa unas 12 toneladas y su diámetro es de aproximadamente 1,75 m y su espesor es de 19 cm. Está incrustada en la pared del pronaos de la Iglesia Santa María in Cosmedin de Roma desde el año 1632. Se creía que era una antigua fuente romana por donde circulaba agua, pero los agujeros de la máscara no muestran desgaste de la misma. No se sabe realmente cual fue el fin para su diseño.

La Bocca della Verità se ha hecho famosa por las leyendas que se conocen asociadas a la misma, leyendas que se comenzaron a formar en la Edad Media. Pero todas se asientan bajo un mismo concepto, el de reconocer a las personas que mienten, y que el mentiroso que coloque su mano adentro, la perderá rápidamente. Un texto alemán del siglo XII explica cómo el mismísimo diablo se escondía tras aquella boca, aguardando las manos de los mentirosos. Se habla de Juliano el Apóstata, quien habiendo engañado a su mujer, se le obligó a defender su verdad públicamente e introducir su mano en La Bocca della Verità. Pero el travieso demonio es sabio y no perdona, por ello le clavó sus dientes al reconocer a un mentiroso.

Existió otra historia de un hombre romano de mucho dinero que acusaba a su mujer de ser infiel, y la mujer siempre lo negaba, por lo que su esposo la desafió a meter la mano en la boca. La mujer que sabía que mentía, planeó una estrategia. 

Citó un día, en un horario concurrido a su amante, él se acercó a ella y la besó apasionadamente, ella se mostró muy enojada fingió que no lo conocía y armó una escena donde estaba sumamente molesta por lo sucedido. Su estrategia dio resultado pues el día en que puso su mano en la Boca de la Verdad, ella afirmó que jamás había besado a otro hombre que no fuera su marido y al hombre que la había besado unos días atrás, ellos eran los únicos y no estaba mintiendo y así su mano se salvó, pero se dice que desde entonces la Bocca della Verità perdió su credibilidad y ya no funciona más como detector de mentiras. 

También se guarda otra curiosa leyenda en la que se habla de una bella emperatriz romana, que a pesar de haber cometido adulterio en numerosas ocasiones, logró introducir la mano en la estatua sin recibir castigo alguno. Según los testimonios, la mujer logró salvarse tras utilizar un brillante artificio de dialéctica que engañó al propio demonio.

Hoy en día, la Bocca della Verità es una atracción turística, atrae multitudes que hacen fila afuera de la Iglesia de Santa María en Cosmedin para tocar el antiguo detector de mentiras, y meter su mano en ella. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

  

  
       

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