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La Escultora de Rostros

En el mes de junio pasado se cumplieron 80 años de la muerte de la artista y escultora que se dedicó a devolverles la sonrisa a muchos hombres mutilados o desfigurados con sus máscaras faciales. Anna Coleman Ladd era una escultora nacida en Filadelfia, Estados Unidos, y su sensibilidad la llevó aplicar toda su creatividad y conocimiento artístico a una tarea muy loable, hacer máscaras que le pudieran devolver los rasgos originales a los soldados franceses que habían sido heridos en sus rostros durante la Primera Guerra Mundial. 

Enfocada en la tarea de que estos soldados pudieran volver a tener una vida nuevamente sin quedar excluídos de la vida pública debido a las serias deformaciones que sus rostros habían sufrido en el terrible conflicto.   

En la actualidad la cirugía plástica ha realizado un avance impresionante que permite recomponer heridas de gran magnitud, pero en esa época los medios no eran tales. Los soldados con terribles heridas se mantenían apartados de la vida social, o salían con vendajes para no sufrir rechazos por el estado de sus rostros. 

Anna si bien nació en Estados Unidos se educó en Europa, y estudió escultura en París y Roma. En 1905 regresó a los Estados Unidos y se casó con el Dr. Maynard Ladd. En la ciudad de Boston, donde se radicó, estudió con el escultor Bela Pratt durante tres años en la Escuela del Museo de Boston. Desarrolló una vasta obra y como una mujer atraída por varias ramas del arte también escribió libros y dos obras teatrales. Sus inquietudes la hacen volcarse hacia el retrato. Hacia 1917 se muda a Francia ya que el Dr. Ladd es nombrado a dirigir la Oficina de Niños de la Cruz Roja. 
 
En Europa toma conocimiento del trabajo de un escultor británico Derwert Wood. Cuando los cirujanos ya no podían hacer más nada con los rostros de los soldados heridos, Wood procuraba ayudar a los heridos mediante prótesis creadas por el, para cubrir las heridas. Anna toma contacto con Wood, quien comparte sus experiencias con ella. 

Decidida comienza a realizar en Paris la misma actividad, funda en París el Studio for Portrait-Masks financiado por la Cruz Roja Americana. En su estudio comienza a crear máscaras cosméticas para aquellos soldados que habían sufrido heridas graves en sus caras durante la Primera Guerra Mundial, brindando una opción para aquellos combatientes que han quedado gravemente desfigurados.
   
Anna trabaja en su estudio con ellos, elaboraba un molde que hacia con arcilla y plastilina, basada en fotografías de los soldados con su rostro original, esculpía sus caras. Con una fina hoja de cobre galvanizado construía una máscara protésica a la cual le daba el color piel del paciente, que luego fijaba al rostro mediante hilos o lentes. La grandeza y sensibilidad de esta mujer le devolvía la sonrisa a soldados que habían sufrido fisicamente por sus heridas y psicologicamente por la pérdida de su autoestima. 
 
En 1932 el gobierno de Francia la premia por su labor como “Caballero de la Legión de Honor”, en reconocimiento a su labor solidaria con estos combatientes realizada en su “estudio de máscaras”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

 

  

  
       

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