Atención Dental en Pacientes Cardíacos

La atención odontológica en pacientes con enfermedades cardiovasculares requiere un enfoque especializado debido a los riesgos que pueden surgir durante los tratamientos dentales. Estos pacientes, que se consideran de alto riesgo, suelen presentar tres peligros principales durante los procedimientos invasivos: riesgo de infección, riesgo de hemorragia y riesgo de síncope. Es crucial que los dentistas colaboren estrechamente con los cardiólogos para garantizar una atención segura y personalizada, adaptada a las condiciones médicas de cada paciente.

El riesgo más común en los pacientes cardíacos es el desarrollo de endocarditis bacteriana, una infección grave que afecta las válvulas del corazón. Esta infección se produce cuando las bacterias ingresan en el torrente sanguíneo, lo que puede ocurrir durante procedimientos dentales que involucran sangrado o manipulación de los tejidos, como extracciones, limpiezas profundas o cirugías periodontales. Las bacterias más comunes asociadas a la endocarditis son Streptococcus viridans y Staphylococcus aureus, ambas comensales de la cavidad bucal.

Para evitar este tipo de complicaciones, es esencial que los dentistas identifiquen a los pacientes que tienen mayor riesgo de desarrollar endocarditis, como aquellos con antecedentes de valvulopatías o prótesis cardíacas. En estos casos, la administración de profilaxis antibiótica antes del procedimiento es clave para minimizar el riesgo de infección. Una buena higiene oral y el tratamiento adecuado de cualquier infección bucal previa pueden reducir se desarrolle esta enfermedad.

Otro riesgo a considerar es el hemorrágico. Muchos pacientes cardíacos toman anticoagulantes para prevenir la formación de coágulos que podrían desencadenar eventos tromboembólicos como infartos o accidentes cerebrovasculares. Estos medicamentos, como las heparinas y los antagonistas de la vitamina K (como el warfarina), dificultan la coagulación sanguínea, lo que puede aumentar el riesgo de sangrado durante y después de los procedimientos dentales.

El manejo de estos pacientes requiere una planificación cuidadosa. El dentista debe coordinar con el cardiólogo del paciente para ajustar, la dosis del anticoagulante antes del tratamiento. Se puede reducir temporalmente la dosis o sustituir el anticoagulante por uno de acción más corta, como la heparina de bajo peso molecular. Es fundamental que se realicen pruebas de coagulación, como el Tiempo de Protrombina (TP) o el INR, antes de realizar cualquier procedimiento quirúrgico invasivo, y que el dentista esté preparado para controlar cualquier sangrado con técnicas avanzadas de hemostasia.

El riesgo de síncope o desmayo es otra consideración importante en los pacientes con cardiopatías. Las enfermedades cardíacas como la isquemia, las valvulopatías o la hipertensión pueden predisponer al paciente a episodios de síncope, que se desencadenan fácilmente por el estrés, el miedo o el dolor. Durante los procedimientos dentales se pueden agravar estos episodios.

Para prevenir este tipo de incidentes, es esencial crear un ambiente relajado en la consulta. El dentista debe establecer una buena relación de confianza con el paciente, brindando información clara y calmando sus temores. En casos donde la ansiedad sea significativa, se pueden utilizar sedantes ligeros, como las benzodiacepinas, para reducir el estrés. Además, se recomienda realizar tratamientos en sesiones más cortas y menos invasivas siempre que sea posible.

Uno de los aspectos más importantes en el tratamiento de pacientes cardíacos es la estrecha colaboración entre el dentista y el cardiólogo. El cardiólogo debe ser consultado antes de cualquier tratamiento invasivo para determinar el estado de salud actual del paciente y hacer las modificaciones necesarias en su medicación. Esto garantiza que el tratamiento dental no comprometa la salud general del paciente y que se minimicen los riesgos de complicaciones graves.

El tratamiento odontológico en pacientes cardíacos implica una planificación cuidadosa y una estrecha colaboración con los cardiólogos. Con la debida precaución y manejo, es posible brindar un tratamiento dental seguro y eficaz a estos pacientes. La profilaxis antibiótica, la monitorización adecuada de los anticoagulantes y la reducción del estrés son herramientas fundamentales para prevenir complicaciones y asegurar el bienestar del paciente durante y después de los procedimientos dentales.