La Época de Cervantes y los Dientes
En tiempos de Miguel de Cervantes la Odontología no era considerada ciencia; los médicos de entonces despreciaban todo lo relacionado con la boca. De esta manera, dentistas, charlatanes y barberos combinaban sus oficios. Con la misma destreza afeitaban, extraían forúnculos, aplicaban sanguijuelas y se ocupaban de poner sus tenazas al fuego para extraer muelas a tirones.
En realidad, era un método muy efectivo en base a una idea muy simple: si no hay pieza, no hay dolor. —Te hago saber, Sancho, que la boca sin muelas es como molino sin piedra, y en mucho más se ha de estimar un diente que un diamante (dQ1- XVIII). Son palabras de Cervantes puestas en boca de Don Quijote, con lo cual demuestra la importancia que el autor le daba a la dentadura, algo poco común en su época. En el Capitulo 18 de la monumental obra de Cervantes, se describe el episodio que llevó a don Quijote a confundir manadas de ovejas y carneros con ejércitos, intentar entrar en batalla con ellos, ser atacado a pedradas por los pastores y terminar con la dentadura maltrecha. Hasta ese momento Don Quijote presumía de tener la boca tan sana que en toda su vida le habían sacado diente ni muela, como tampoco se le había caído “ni comido de neguijón, ni de reuma alguna”.
El neguijón y el reuma, a los que hace referencia don Quijote, son dolencias dentales que hoy conocemos como caries y como placa infecciosa. En la época de Cervantes se creía que la caries era causada por un gusano invisible al que se combatía de raíz con la punta de una aguja puesta al fuego. Por otro lado, el reuma dental se correspondía con la gingivitis o corrimiento de las encías que era debido a un proceso inflamatorio. Otra causa de pérdida dentaria era el “catarro de los dientes”, patología relativamente frecuente que podía dejar sin dientes algunas bocas. El catarro fue responsable de que el personaje de doña Rodríguez perdiera parte de sus piezas dentarias (presumía de tener “sus dientes y muelas en la boca, amén de unos pocos que se le llevaron los catarros”). Es muy probable que el “catarro” correspondiera a una piorrea alveolo-dentaria. Respecto a la higiene y limpieza de los dientes el autor dice “Y después de la comida acabada y las mesas alzadas, quedarse el caballero recostado sobre la silla y quizás mondándose los dientes, como es costumbre”.
La usanza era limpiar a base de palillos de madera las juntas de los dientes y muelas. En uno de los capítulos se describe a Sancho Panza “enjuagándose la boca”, como signo de higiene y limpieza, después de una de sus comidas. Esta preocupación por la higiene dental resulta realmente llamativa para la época.