La Tumba del Dentista
Auguste Mariette, Director del Servicio de Antigüedades de Egipto, en el año 1860, localizó en la necrópolis de Saqqara. Ubicada a unos veinte kilómetros de la ciudad de El Cairo, la tumba de un alto funcionario de la dinastía III que estaba decorada con magníficos paneles de madera que representaban al personaje.
Tras ello, se perdió la ubicación de la tumba, que fue redescubierta en 1912 por el arqueólogo James E. Quibell.
Mariette hizo este importante descubrimiento en la necrópolis de la dinastía III (2592-2544 a.C.), en la cara norte de la pirámide escalonada. Se trataba de la tumba de un hombre llamado Hesire, que vivió durante el reinado de Zoser, el constructor de la pirámide.
El arqueólogo excavó la estructura de la sepultura, hecha con ladrillos de barro, e hizo un descubrimiento sorprendente. En el transcurso de sus excavaciones en la tumba de Hesire, el arqueólogo descubrió cinco tablas de madera de cedro decoradas con magníficos relieves que medían aproximadamente un metro de altura.
Las tablas fueron extraídas y llevadas al Museo de Bulaq, en El Cairo, antecedente del Museo Egipcio de la plaza Tahrir.
Los relieves de madera descubiertos en la tumba de Hesire pueden considerarse obras maestras en su género, por la calidad de la talla y, sobre todo, por su delicadeza. En ellos se muestra al propietario de la tumba, el alto funcionario Hesire, representado en las distintas etapas de su vida: como un apuesto joven, un hombre en el apogeo de su vida y un anciano sentado ante una mesa de ofrendas.
Los paneles muestran también varias columnas de textos jeroglíficos inscritos que se refieren al propietario de la tumba, y detallan los títulos y cargos que ostentó en vida. Entre ellos destaca uno, el de Wer-ibe-senjw, que significa “Gran cortador de marfil” o “Gran dentista”. Al parecer Hesire era un hombre con grandes conocimientos de medicina y odontología. De hecho, es el primer dentista documentado de toda la historia. Una profesión que debía de tener gran importancia en el antiguo Egipto, puesto que caries y abscesos eran males habituales que afectaban tanto a la realeza (la momia de Amenhotep III mostraba una calidad dental pésima y la de Ramsés II presentaba un absceso que tal vez le costó la vida) como al más pobre de los campesinos. La localización de la tumba de Hesire acabó perdiéndose. Tras la excavación de una tumba, Mariette volvió a enterrarla para protegerla de saqueadores.
La tumba se dio por perdida durante muchos años hasta que en 1912, el arqueólogo James E. Quibell, que excavaba por aquel entonces en la reconocida necrópolis de Saqqara, volvió a localizarla. Se procedió entonces a su excavación y estudio.